Redes sociales mal entendidas
Quizás algunos de vosotros a estas alturas desconozcáis el alcance real de las redes sociales o lo que según la wikipedia es un “servicio de red social” que se centra en la construcción de comunidades de personas que comparten intereses y actividades, o que están interesados en explorar los de otros, y que además requieren el uso de software (para que nos entendamos: facebook, twitter, tuenti, etc.); lo que se traduce como un patio de vecinos, vamos, pero con espacio ilimitado para guardar chorradas y amigos. Para algunos todavía suenan a chino, para otros son una invasión de la intimidad y una pérdida de tiempo –“mi hijo se pasa el día enganchado al tuenti ese…”– pero lo cierto es que son herramientas muy útiles y ventajosas si saben utilizan correctamente.
La mayoría de las redes sociales más conocidas se usan a nivel personal para intercambiar estados de ánimo, fotos de las últimas vacaciones o felicitaciones de cumpleaños, pero otras a nivel más profesional se utilizan para hacer contactos con trabajadores de tu sector a nivel internacional, para conocer más acerca de un tema que nos interese o para estar al día de las últimas noticias sobre tecnología, cultura o sociedad. Cada día surgen nuevas redes, nuevas comunidades, nuevas formas de comunicación a través de Internet, canal de los canales.
El principal problema de una red social sigue siendo el mismo que hace 5 años: el autocontrol, la autocensura y la pérdida de privacidad (¿acaso nos creemos Lady Gaga? -que por cierto e inexplicablemente es la number one en twitter). La principal ventaja: la comunicación, las relaciones personales y profesionales, la actualización en tiempo real, la adaptación al ciudadano del s.XXI…
La necesidad/obligación de pertenecer a una red social no existe como tal, sino que depende de cada uno. Ni requieren tanto tiempo como se piensa, ni crean adicciones que afectan a las neuronas de la gente. Estamos en la era 2.0 y los canales de comunicación han trascendido a la prensa, la radio, la televisión o la propaganda clásica. La clave para su uso responsable siempre será la misma: el sentido común.
Mi consejo: nadie sabe lo que aporta o resta una aplicación hasta que no la prueba. Si aún no os habéis lanzado por ninguna, probad a registraros en Facebook y linkedin, por ejemplo, dos herramientas, una social y otra profesional. En la primera probad a buscar a un amigo con el que llevéis tiempo sin hablar, y en la segunda buscad a alguien de vuestra empresa. El siguiente paso, es cosa vuestra.
imagen: clasesdeperiodismo.com