Quien tiene un amigo, tiene un… “tan-como”
Esta semana he tenido otra de mis epifanías. Me he dado cuenta de lo que realmente significa el dicho: la familia te toca, los amigos los escoges tú.
De niños todos hemos convertido en súper héroes a nuestros padres o hermanos (además de Mickey, Candy, Spiderman u Oliver & Benji, entre otros). Sin embargo es de mayores cuando, si pensamos un poco, encontramos nuestras mayores fuentes de inspiración, los amigos.
Yo soy lo que soy, porque les he amado, odiado, admirado o envidiado en algún momento de mi vida. Sí, habéis leído bien, envidiado. Creo que mis colegas, tanto los que han pasado de forma efímera por la vida como los que me han durado décadas, han puesto objetivos a mi vida. Objetivos de ser tan lista como… tan divertida como… tan estilosa como… tan creativa como… tan fuerte como… tan pragmática como… tan culta como… tan humilde como… tan decidida como… tan valiente…
Algunas virtudes las he conseguido y otras no. Pero cada día sigo intentando ver la luz encendida en cada gesto que hacen. De cada vez que quiero asesinarles intento pensar en cosas que me molestan aún más que ellos y oye, ¡funciona!
Pensadlo. Los amigos son el único un buen recuerdo de una borrachera. Son los que han vivido contigo las “primeras veces”. Las peores peleas también las has tenido con ellos y los mayores silencios también los has tenido con ellos. Las mejores verbenas por supuesto que las has descubierto con ellos y son los únicos que han conseguido hacer de una talla 44 una tragedia griega. De todos y todas (no se cabreen los de la discriminación positiva) hemos añadido piezas a nuestra personalidad, a nuestros actos y a nuestras decisiones. Yo me quedo con las risas, ¿y vosotros?